jueves, 9 de agosto de 2012

SAYONARA


Dos cosas básicas, a saber: uno, nada termina. Dos, mañana no madrugas. Y este punto no tiene discusión.

En las películas la gente se lleva las cosas en una caja de cartón marrón. Debe de ser el pack de despedida o algo así. No quieres caja, no merece la pena. No tienes tantas cosas. Dicen los expertos que los niños pequeños, menos un par de añitos, no tienen consciencia del pasado ni del presente. Para ellos todo se limita unos 10 días, momento a partir del cual asumen que algo ha sido así “siempre”. Vamos, que se acostumbran en seguida, resumiendo.

Se acabó estirar la mano hasta la pared y golpear el despertador a las siete y diez, a las siete y quince, a la siete y veinte. Tirarte de la cama a las siete y veinticinco pensando cinco minutitos más mamáááááá. Tu madre no te saca de la cama, eres tú quien se levanta. Pero es psicológico. Ese timbre de despertador significa algo.

No va a haber ningún tipo de despedida. Ha pasado de todo y de todos, como siempre, ni más ni menos. Y punto. Has aprendido a pescar cuando no te gustaba el pescado. Ahora quieres carne.

Lo fácil, lo dado, sería la echarle la impersonal culpa al momento actual, al contexto en el que te estás desenvolviendo. O quizá no. No siempre tiene que haber un culpable para todo. No es que sea malo, es que me dejaron solo. Tampoco vas a darle más vueltas. La autocontemplación no da de comer. Sólo dolores de cabeza.

Decides callarte, que estás más guapa con la boca cerrada y ya hablaremos otro día. Tampoco eres de blablá. A la gente le entra por un oído y le sale por el otro. Y además, por propia experiencia sabes que jamás podrás esperar ni la mitad de lo que tú harías.

Dejémoslo aquí por el momento. Mete tu no-caja de cartón en el maletero y quítale las pilas al despertador, a partir de ahora, y esperemos que por poco tiempo, le dará la brasa a otro. Silbas algo bonito y te tomas una cerveza. Habías pensado en recapitular (vicio, defecto, manía, costumbre, tradición) pero sabes que es mejor no hacerlo. Como lo hagas, repartirás para todo y para todos y después te arrepentirás. Ése es otro vicio que mantienes firmemente que es mejor no practicar; el arrepentimiento.

Como todo en tu vida, acción y reacción. Estás esperando que el universo te devuelva un favor, pero sabes que no puedes esperar demasiado; siempre es decepcionante. Así que mientras desempaquetas tus no-cosas, abres la maleta. No hay mal que por bien no venga. Ahora tienes vacaciones. Y algo de metro noventa en que pensar.

Tócala otra vez, Sam. Ésta me gustaba.

Natalia Pérez Cameo, Zaragoza, Agosto (y a gusto) 2012






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