Bolsas.
En realidad todo
se podría reducir a las bolsas. Como en American
Beuty, en una reflexión pseudo-profunda sobre el sentido de la vida.
Mientras una bolsa baila con el aire en medio de una grabación. En este texto
sólo se habla de bolsas, de sus bailes y sus obviedades, si alguien quiere
hacer alguna reflexión más profunda queda a su discreción.
La siguiente
asociación de ideas es simple. Sólo hay que pensar en bolsas.
Si el lector lee
la palabra que he escrito al final de la frase rápidamente hará una simple unión:
Navidad. Un salto entre la temática y es fácil imaginar por donde van a ir los
tiros. Es aún más simple hacer una crítica de eso, de consumo y en las
terribles personas que nos hemos convertido por transformar a un gordo de rojo
en consumismo puro y duro. Pero esto va de diseño, bueno y de bolsas.
Ese consumismo,
representado por las bolsas, es sintomático dentro del diseño que se ejerce hoy
en día. Tenemos una obsesión en llenar y vaciar bolsas [como en navidades], que
pasan a ser una especie de contador de lo que acontece, del éxito de lo
diseñado, nuestra valía para con la sociedad y representativo de nuestro
crecimiento personal como diseñadores.
No tanta gente
reflexiona sobre las bolsas, aunque por supuesto mucha lo haga sobre el consumismo
y aún más lo haga sobre las navidades y en navidades. Aquí tampoco vamos a
hablar bien del consumismo, pero lo haremos pensando en las bolsas y en
diseñadores.
Otras personas
hacen apología de un consumo y diseño diferente, más cercano parecido a la
artesanía propio de la pequeña empresa, que apuesta por un diseño de los
servicios y en un análisis del modelo de negocio. Sigue siendo consumo, pero es
uno que tiene su más firme defensor y exponente en algunos de esos emprendedores
de los que tan fácil es echar pestes [algo que me gusta mucho hacer]. Pero
estos diseñadores llenan sus bolsas con cierto componente nostálgico[1]
y basado en una mirada a una época en la que todo iba mejor. Una mirada que la
intenta emular atrasando o avanzando el tiempo con sus bolsas de tela, trabajos
que se asemejan a lo artesanal o esos embalajes tan cuidados y más en
navidades… Mientras seguimos pensando en bolsas.
Pero las fechas vuelven
a ser buenas para reflexionar sobre que tipo de diseño estamos produciendo
ahora que nos encontramos en esa otra época que va tras las navidades. Esa
misma que tras escribir la palabra es muy sencillo para el lector hacer un poco
de introspección y relacionarlo todo con el consumo: Rebajas. [O exámenes si
eres estudiante]. Las bolsas volverán a bailar delante de nosotros, con diferentes
dibujos, más detalles, distintos diseños.
Otra idea fácil
sería relacionar esos temas con un tercero que está muy en boca de todos. Ese
mismo que hace que hoy en día se nos llame a muchos generación perdida y que
nos sea casi imposible aspirar a algo parecido a un trabajo. No mencionaré el
elefante en la habitación, porque esto va de bolsas. Aunque ahora nos hagan
pagar las bolsas con la excusa de ser sostenibles, reutilicemos las bolsas y
todos tengamos un poco más de consciencia. El elefante al menos sirve para eso.
Bolsas que llevan
un más o menos un mes vaciándose, llenándose, siendo intercambiadas y
maltratadas. Diferentes manos hasta que han llegado a las adecuadas, las manos
de algún diseñador o diseñadora. Mes en el que los diseñadores hemos hecho alguno
de esos ejercicios en los que alardeamos de empatía y nos ponemos en el lugar
del consumidor y apuntamos cosas para diseñarlas. En el que pasamos cada minuto
reflexionando sobre posibles mejoras, cada segundo analizando las cosas,
anotando, pensando en el examen que representa la vida o en los exámenes que
tienen los estudiantes.
Sumando y
moviendo el contador de bolsas, midiéndonos en ellas.
Parece que sólo
somos capaces de pensar en un mundo en el que todo tiene que caber en bolsas.
Mientras el resultado es que muchas veces cuando diseñamos se nos olvida que
todo aquello que merece la pena no se vende, ni cabe en una bolsa.
Gabriel Jiménez Andreu, En algún lugar indeterminado lejos de allí, Enero 2013
[1] Esto no me lo he inventado yo: p.23,
Haaf, M., Dejad de lloriquear; Sobre una generación y sus problemas superfluos.
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