Aun asumiendo que toda crítica sea
un acto de ficción, todavía mantiene diferencias con la digresión, pues esta
última no necesita esconder su poso puramente sentimental que puede alejarse por un momento de las limitaciones
del análisis ontológico / social / histórico / psicológico / etc.[1] En este particular caso, apela a
sensaciones más o menos compartidas por los amigos de siempre, es decir, aquellas relaciones forjadas tras los barrotes
de la escolarización obligatoria. Por
supuesto, desde el punto de vista del hombre orientado hacia la
heterosexualidad masculina.
Desconozco si es una casualidad que
haya sido justo el género de la comedia universitaria
americana (CA a partir de ahora)
el que ha tomado este formato de manera espontánea y si lo abandonaré en
futuras incursiones, o precisamente este género sólo puede abordarse con
precisión desde esta perspectiva. Sin embargo, lo que no resulta azaroso es su
papel en la adolescencia: A diferencia del resto de géneros, la comedia 3americana, por muy distinta que
sea a nuestra cotidianidad, se encuentra inscrita dentro del territorio de
aquello que podemos catalogar como Verdad. Esto es, a pesar de que tanto Porky’s como Rambo tengan un similar estatus ontológico como películas hollywoodienses y a ambas las podamos
incluir dentro del campo del deseo (tirarnos a la tía buena, estar cuadrados),
existe una pequeña diferencia en la película como totalidad que nos permite
situar a las CA dentro de los límites
del terreno de la Verdad; aunque se encuentre en el borde de este mapa. Tener
bien delimitado este territorio es lo que diferenciará entre un ciudadano sano y uno loco, explicando de esta manera fácilmente, o, mejor dicho, rápidamente
(espectacularmente), sucesos como los
de las matanzas en institutos yanquis.
I talked for hours to
your wallet photograph and you just listened. You laughed enchanted by my
intellect. Or maybe you didn't.
Siempre me
ha intrigado, me ha hecho gracia y me ha llamado la atención la automática
reacción de algunas chavalas más jóvenes que yo cuando nos metíamos con su edad,
echando mano de la cantidad de sexo que ya
habían tenido para subrayar que no eran unas niñas sino personas maduras. Aparte de un ataque hacia nuestra virilidad,
sugiriendo que habían disfrutado de más sexo en un año que el resto de nosotros
juntos en nuestra vida, la lógica de la argumentación iba más allá. De ahí que
utilice “personas” y no “mujeres”, porque lo que estaban poniendo en juego es
la aparentemente indiscutida relación entre sexo y madurez, eje fundamental de
las CA del siglo XX y parte del XXI[2].
Este eje suele plantearse como un desequilibrio
entre los términos. El sexo, por muy necesario que sea, es una parada en el
camino de algo mucho mayor –la madurez– y se inserta dentro de esa metáfora
paradigmática llamada vida universitaria. Sendero de desenfreno juvenil, edén y
preparación para la madurez que al mismo tiempo desemboca en la búsqueda de la
identidad y la relación con la mujer. Es importante no confundir esto con la
consecución de la identidad y el amor con una mujer, pues el aprendizaje que
han conseguido es saber manejar la relación en sí misma: No importa que se
tengan 10 exmujeres y 3 amantes, como no importa que se hayan tenido 10
trabajos y 3 pluriempleos, lo básico es aprender este movimiento continuo
cuantitativo. Aprenden la misma dinámica del aprendizaje, mientras que lo
anhelado es precisamente que no todo sea aprendizaje (en los términos que se
les ha enseñado, claro). Deseo imposible por otra parte pues para que éste se
dé se necesita un margen.
Hasta aquí tenemos la clásica
formulación posmoderna-no-muy-apocalíptica, pero nos falta de añadir el comentario
de la airada chica que modifica la anterior afirmación: El sexo no es algo
secundario en el tema de la madurez, sino que, más bien, la madurez toma el
modelo del sexo.
Este giro modifica el sujeto
principal de la CA. Para comprender
este punto habría que hacer una división simplificadora entre los diversos
arquetipos que nos podemos encontrar y sus características. Desde luego, esta
tipificación no jerárquica resulta más o menos discutible pero sirve de apoyo
para la siguiente explicación:
- Geek: Inteligencia y sexo.
- Nerd: Inteligencia y sexo.
- Greaser: Inteligencia y sexo.
- Freak: Inteligencia y sexo.
Más allá de estos personajes se encuentra el ens summum de aquel WASP
rubio, jugador de futbol, bueno en los estudios, ligón, con cochazo, padres
ricos, etc. pero como tal ser poco se puede hablar de él.
Así, de los restantes me interesa
resaltar un sujeto en particular que no necesariamente tiene por qué seguir una
línea cronológica clara. Éste no forma parte de la banda
gamberra/contracultural (National
Lampoon's Animal House (AKA Animal House) (1978), Porky’s (1981), etc.) o de los nerds que pueden aprender gracias a su inteligencia[3] (el
ejemplo más inmediato sería The Big Bang
Theory (2007- )), sino que se inscribe dentro de aquella comedia universitaria americana en la
que, en algunos casos, ya ni siquiera tiene que ver con la universidad (Clerks (1994), Dumb and Dumber (1994), Knocked
Up (2007)…). Un freak que, en su
abuso del término en estos tiempos, implica un pertinente concepto casi vacío
que permite incluir a un gran número de cuerpos dentro de éste.
La relación de estos personajes con
el sexo se da mediante un problema irresuelto con el que muchas veces parte la
película y que no va a ser la meta final, pues permanecerá irresoluble: La
búsqueda del sexo conduce a la madurez, pero, al mismo tiempo, su consecución
no lleva a ningún cambio. Si follas maduras, cuando follas te das cuenta de que
nunca vas a poder madurar. En alguna parte de este proceso algo se ha roto,
dando lugar a una desorganización del Tiempo tal como estaba establecido. No
obstante, esta minoría de edad, no se basa ni en la represión sexual ni en un
mal polvo, sino en que estos freaks
han llegado tarde a las relaciones sexuales, habiendo perdido el tiempo no
potencializando otras áreas útiles (un futuro) como los nerds. Ese sentimiento de que se ha llegado tarde a la fiesta y por
ello hay que prepararse a tope para la siguiente, a la cual, o vas demasiado
pronto, habiéndote ido antes de llegar al cenit, o estás demasiado pasado para entonces o, por las prisas, te equivocas con la
vestimenta temática. Así, como decía
la mencionada chica –la cual sí ha llegado a tiempo–, por mucho que follemos
(que hayamos asistido a la fiesta) no habremos tenido sexo, nos encontramos en
un limbo[4].
Como ya he señalado, esta cuestión
sexual, o de fallo sexual, no debe entenderse de forma meramente literal sino
de manera más amplia pues envuelve una cierta dinámica del último capitalismo que
ya no nos necesita a muchos de nosotros y que se aleja, entre otros, del natural born fucker erigido en el
capitalismo de después de la Segunda Guerra Mundial; el de la reconstrucción.
Sin diferencia entre madurez e
inmadurez, el agarrarse a la juventud es para muchos una tautología, pues la
condena pasa por estar encerrados en una eterna juventud y no, como antes, en
no poder volver a una juventud perdida; si el malestar venía de que no todo
fuera aprendizaje, ahora tiene que ver con que todo sea aprendizaje[5].
Recuerdo el estreno de American Reunion
(2012), en el que una sala repleta de barbudos salieron de ella con la media
sonrisa de felicidad de aquel que siente que algo falla; más que nostalgia,
tristeza seca.
Esto es uno de los muchos
sentimientos que algunos compartimos en mayor o menor medida. Pero no
desesperen, tenemos más.
Sergio, United States Minor Outlying Islands, Abril 2013
[1] Esto implica a su vez que tiro de una memoria en la cuerda floja sin
referencias, apuntes u obras presentes. Sería interesante escuchar la opinión de Platón respecto a esto.
[2] Dicho a modo grueso y sin entrar entonces en las importantes
diferencias entre, por ejemplo, posthumor, el devenir Farrelly, la Factoría
Apatow o el retorno de American Pie.
[3] Recordemos que, en este caso, el sexo no sería sino un camino más para
aprender esa relación anteriormente citada.
[4] Por eso tampoco estamos cerca de aquella liberación sexual del siglo
pasado que buscaba eliminar la relación entre sexo y madurez, pero, a
diferencia de mantener eternamente el estado de juventud, intuyo (y sólo puedo
intuirlo) que proponía otra madurez en la que la cuestión sexual era precisamente
lo que desaparecía.
[5] De ahí que ese cierto boom
de películas como Hot Tub Time Machine
(2010) que ha interesado especialmente a la crítica especializada, sólo puede
interesarle, precisamente, a la crítica especializada, a aquella que ya ha
aprendido a relacionarse.
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