Febrero es uno de los tres meses más odiados por cualquier
universitario que se precie, en los que siempre, siempre y siempre se te
ocurren mil y una cosas más interesantes que hacer antes que estudiar (véase
este artículo).
Tal y como yo entiendo que “debería” de ser, hemos elegido
cursar una carrera que nos gusta, nos atrae, nos motiva. Y ahora es uno de esos
meses en los que tenemos que demostrar lo “aprendido” durante este curso. ¿Si
es época de estudiar lo que realmente me gusta, me atrae y me motiva, porque le
tengo tanto asco al segundo mes del año?
Mi respuesta es la siguiente. Nos equivocamos en el objeto a
odiar. No odiamos febrero. Ni tampoco los exámenes. Odiamos la evaluación.
Odio que un “ser superior” tenga que evaluar continuamente
mis conocimientos adquiridos por medio de sus ridículos métodos con el único
fin de despersonalizarme y redefinirme con un número, una nota. Para ellos eso
es lo que soy. Una nota que sirve para establecer un método comparativo entre
seres humanos que se han sometido a sistemas de evaluación. Un método para
saber quien es el listo y quién el tonto. Un método discriminatorio. Un método
estúpido.
Entonces ¿por qué no identificamos la evaluación como algo
absurdo y ridículo? Porque hemos sido educados para asumir nuestra constante
sumisión ante una evaluación ejercida por un ser superior. Siempre superior
(¿por qué no inferior?).
A lo largo de toda nuestra vida nos encontramos con
situaciones en las que alguien valora numéricamente tu capacidad para realizar
algo.
Oposiciones. Un tribunal te valora numéricamente tu
capacidad para ejercer un determinado trabajo.
Puntos del carnet de conducir. Tu capacidad para la
conducción dependerá de que tu carnet de puntos no se quede a cero.
Selectividad. Una serie de profesores te pondrán una nota en
función de los conocimientos “aprendidos”. Dicha nota te limitará la elección
de tu carrera universitaria. Tu futuro.
Seamos críticos. No asumamos la sumisión como modo de vida. El pensamiento es lo único que nos hace
libres. Y como el eterno diría, no dejemos que nos insulten con sus notas.
Isabel Jiménez, Zaragoza, "febrero" de 2012
En Filmaffinity también pasa.
ResponderEliminarNo creo que el problema sea la existencia de la evaluación sino la forma de ésta. Piensa que sino se comprueba la capacitación de una persona para ejercer un trabajo, o demostrar una preparación, habría un número mucho mayor de de inútiles de los que ya hay haciendo cosas para las que no están preparados. Así que habría que encontrar una forma que no deshumanice a los que realmente valen, pero que a la vez no dé vía libre a cualquier persona para desempeñar un papel que le va grande.
ResponderEliminarYo siempre relacione el mes de estudio con septiembre...
ResponderEliminarTras acabar la carrera muchas veces he vuelto a soñar con los exámenes, y los vivo como una pesadilla, vuelve el desasosiego, los nervios, el reproche por no haber estudiado mas...Sin duda es porque al final en la vida te estas examinando todos los días, y muchas veces los q te juzgan no tienen ni idea de tu trabajo, pero tienen el dinero a paga tus facturas..
Febrero no es un mes tan malo.