domingo, 5 de febrero de 2012

Líneas


Piensas en ideas brillantes que tan solo los sueños te podían ofrecer. Como ya habías escrito antes en otra parte en el mismo lugar. Duraba un parpadeo a ritmo de fotogramas. Películas que te habían contado, trabajado duro y reafirmado en ti. Trazabas una línea que pensabas que había que seguir.

Estabas perdido en un lugar en tu mente.

Colecciona tus tachones en libretas revueltas.

Un ir y venir que no llega a ninguna parte.

Pensabas en otras cosas, aspirabas y soñabas. Tantas veces te habían repetido que había que ser el mejor que casi no sabías pensar otra cosa. Un monótono tema del venir que no llevaba a ninguna parte. Pensabas que pensabas.

Ahora sonríes.

A ratos escribes en papeles que nadie lee.

Tratando de romperte entre el valor de la cabeza de un gato. Definiendo lo parcial para perderte en lo imparcial. Encuentras cosas para recrearte en lo que los otros ven como  estar fuera del camino. Hallar el valor de la vida en la sonrisa callada cuando todos hablan de caídas pero nadie te dice que puedes levantarte.

Como tostadas untadas en mermelada en tu almuerzo, de repente paras de enloquecer para mirar hacia la cordura con un poco de nostalgia.

Cometes una estupidez, sabiendo que lo es.

Seguir adelante con paso firme, sabes que alguien ya lo ha dicho antes. Aprendiendo de tu error al hacerlo tuyo. Los demás no te dirán que lo hagas, nadie te dirá que te escuches. Todos pedirán que escuches lo que te dicen, no leas lo que te escriben, no dejes que mis negativas sean las tuyas.

A veces debes preferir los moratones a las rodilleras, señales de valor y no de seguridad.

Ahora sonríes.

Cierras los ojos para escuchar la música que suena y no leer.

Ese ruido del que habla el silencio, mientras te echan para abajo unas ideas que intentas hacer tuyas a base de no pocas negaciones. Vuelves a negarte a rendirte. Actuando con la testarudez de la juventud para encontrar la perspectiva de la experiencia.

Un error, otra lección.

Vives con la causa que es tuya, que te deja a los resultados de las leyes de tu vida. No ser un valiente pero no un temeroso. Alguien que va haciendo su vida en los lugares que visitas entre guiños. Parando a disfrutar cuando encuentras algo que da miedo. Transformándote al escribirte en tus notas.

Ahora caminas.

Siempre tropiezas.

Sabes que no hay que saber lo que te habían enseñado. No olvidas sino aprender a no saber nada. Miras hacía la cordura para volver a la locura de luchar. Siempre un poco más. Otra vez más.

Leyendo entre líneas, para encontrarte escribiendo tu discurso.




Gabriel Jiménez Andreu, En ruta, 2012






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