miércoles, 20 de marzo de 2013

La ramera y el hielo


-Cómprame de este hielo, que es el mejor-el esquimal miró al mercader con recelo y volvió la mirada a su iglú.

-Pero si ya tengo mucho-replicó. Todo era hielo a su alrededor- ¿Para qué quiero más?

-Cierto, ya tienes mucho, pero no tienes de ESTE. ¿No lo ves? Mira bien, huélelo. Es más blanco y está más frío.

-Pero es más caro…-insistió el esquimal.

-¡Vamos hombre! ¡Tienes que mirar más allá! Piensa en el beneficio, piensa en que todos tus vecinos te admirarán por ello. ¡Qué manía tenéis los esquimales con el dinero! El que algo quiere, algo le cuesta. Y no es para tanto. Si puede permitirte un iglú con chimenea, esto también. Hay que marcar la diferencia.

El esquimal dudó un momento. El mercader había insistido mucho en sus bondades como comerciante, en la calidad de su nuevo producto, en lo bien que le sentaría. Era cierto que tenía un iglú con chimenea, pero aquello había sido una gran inversión y le proporcionaba calidad de vida a su familia. No era un esquimal derrochador.

Obediente, le compró el hielo al mercader.

Después de todo, le había puesto muchos ejemplos de éxito y también quería eso. Éxito”

Después de leer esta historia, no sabes cómo terminarla. ¿Arderá el hielo cuando ponga la calefacción? ¿Será en efecto cierto que era mejor que el hielo que ya tenía?

Hay varios tipos de mercaderes, que básicamente se resumen en dos. El mercader comercial, que en vez de clientes ve símbolos de dólar, y el mercader artesano, que en vez de hielo ve criaturas mágicas fruto de su esfuerzo.

Existe un modelo de negocio actual por el que el segundo tipo de mercader sólo es un obrero (y ya es un piropo) y al primero se le llama visionario. Éste, a su vez, tiene un arma poderosa guardada bajo el cinturón, al resguardo de la entrepierna, sudada y sobada: el Elitismo.

Personalmente te desagrada el término, te da ascazo, náuseas, te sale urticaria, te quita el sueño.

A ver, señores, una cosa es segmentar el mercado y otra ser elitista. O eso te enseñaron a ti. Ser práctico y tener un objetivo no es ser elitista. Encontrar un nicho de mercado no significa que tengas que escudarte en la élite. La élite no justifica la prostitución del diseño.

O a lo mejor el problema vuelve a ser tuyo y te equivocaste de profesión. Si quieres que te tomen en serio, tienes que incluir manzanas en el menú, al parecer.

Si no, es que no es para tanto.

“No se pudo convencer al cliente de que la app costaba 2,5€ hasta que no supo que aparecería su nombre. Entonces le encantó”. Guay. Pues vale. Te lo compro, a nadie le amarga un dulce. Pero si quieres captar al cliente de tu cliente (media de edad, 55 años; conocimientos de app: nulos), ¿cómo lo haces? Porque primero tienes que convencerle de que tiene que gastarse unos 600 en poder acceder a tu producto.

“Ahí está a gracia, en ser elitista”.

Y entonces es cuando se genera una subespecie humana tan elitista tan elitista, que después de pulsar un botón genérico de ON, pregunta:

¿Alguien sabe usar un pecé?

Y no solo tú pensarías, además de puta, pon la cama.




Natalia Pérez Cameo, Zaragoza, Febrero 2013







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