martes, 30 de abril de 2013

Brevísima e imprecisa digresión a propósito de la “comedia universitaria americana” (I) ¿Sexus?


Aun asumiendo que toda crítica sea un acto de ficción, todavía mantiene diferencias con la digresión, pues esta última no necesita esconder su poso puramente sentimental que puede alejarse por un momento de las limitaciones del análisis ontológico / social / histórico / psicológico / etc.[1] En este particular caso, apela a sensaciones más o menos compartidas por los amigos de siempre, es decir, aquellas relaciones forjadas tras los barrotes de la escolarización obligatoria.  Por supuesto, desde el punto de vista del hombre orientado hacia la heterosexualidad masculina.

Desconozco si es una casualidad que haya sido justo el género de la comedia universitaria americana (CA a partir de ahora) el que ha tomado este formato de manera espontánea y si lo abandonaré en futuras incursiones, o precisamente este género sólo puede abordarse con precisión desde esta perspectiva. Sin embargo, lo que no resulta azaroso es su papel en la adolescencia: A diferencia del resto de géneros, la comedia 3americana, por muy distinta que sea a nuestra cotidianidad, se encuentra inscrita dentro del territorio de aquello que podemos catalogar como Verdad. Esto es, a pesar de que tanto Porky’s como Rambo tengan un similar estatus ontológico como películas hollywoodienses y a ambas las podamos incluir dentro del campo del deseo (tirarnos a la tía buena, estar cuadrados), existe una pequeña diferencia en la película como totalidad que nos permite situar a las CA dentro de los límites del terreno de la Verdad; aunque se encuentre en el borde de este mapa. Tener bien delimitado este territorio es lo que diferenciará entre un ciudadano sano y uno loco, explicando de esta manera fácilmente, o, mejor dicho, rápidamente (espectacularmente), sucesos como los de las matanzas en institutos yanquis.

I talked for hours to your wallet photograph and you just listened. You laughed enchanted by my intellect. Or maybe you didn't.

Siempre me ha intrigado, me ha hecho gracia y me ha llamado la atención la automática reacción de algunas chavalas más jóvenes que yo cuando nos metíamos con su edad, echando mano de la cantidad de sexo que ya habían tenido para subrayar que no eran unas niñas sino personas maduras. Aparte de un ataque hacia nuestra virilidad, sugiriendo que habían disfrutado de más sexo en un año que el resto de nosotros juntos en nuestra vida, la lógica de la argumentación iba más allá. De ahí que utilice “personas” y no “mujeres”, porque lo que estaban poniendo en juego es la aparentemente indiscutida relación entre sexo y madurez, eje fundamental de las CA del siglo XX y parte del XXI[2].

Este eje suele plantearse como un desequilibrio entre los términos. El sexo, por muy necesario que sea, es una parada en el camino de algo mucho mayor –la madurez– y se inserta dentro de esa metáfora paradigmática llamada vida universitaria. Sendero de desenfreno juvenil, edén y preparación para la madurez que al mismo tiempo desemboca en la búsqueda de la identidad y la relación con la mujer. Es importante no confundir esto con la consecución de la identidad y el amor con una mujer, pues el aprendizaje que han conseguido es saber manejar la relación en sí misma: No importa que se tengan 10 exmujeres y 3 amantes, como no importa que se hayan tenido 10 trabajos y 3 pluriempleos, lo básico es aprender este movimiento continuo cuantitativo. Aprenden la misma dinámica del aprendizaje, mientras que lo anhelado es precisamente que no todo sea aprendizaje (en los términos que se les ha enseñado, claro). Deseo imposible por otra parte pues para que éste se dé se necesita un margen.

Hasta aquí tenemos la clásica formulación posmoderna-no-muy-apocalíptica, pero nos falta de añadir el comentario de la airada chica que modifica la anterior afirmación: El sexo no es algo secundario en el tema de la madurez, sino que, más bien, la madurez toma el modelo del sexo.

Este giro modifica el sujeto principal de la CA. Para comprender este punto habría que hacer una división simplificadora entre los diversos arquetipos que nos podemos encontrar y sus características. Desde luego, esta tipificación no jerárquica resulta más o menos discutible pero sirve de apoyo para la siguiente explicación:

                       - Geek: Inteligencia y sexo.
                       - Nerd: Inteligencia y sexo.
                       - Greaser: Inteligencia y sexo.
                       - Freak: Inteligencia y sexo.

Más allá de estos personajes se encuentra el ens summum de aquel WASP rubio, jugador de futbol, bueno en los estudios, ligón, con cochazo, padres ricos, etc. pero como tal ser poco se puede hablar de él.

Así, de los restantes me interesa resaltar un sujeto en particular que no necesariamente tiene por qué seguir una línea cronológica clara. Éste no forma parte de la banda gamberra/contracultural (National Lampoon's Animal House (AKA Animal House) (1978), Porky’s (1981), etc.) o de los nerds que pueden aprender gracias a su inteligencia[3] (el ejemplo más inmediato sería The Big Bang Theory (2007- )), sino que se inscribe dentro de aquella comedia universitaria americana en la que, en algunos casos, ya ni siquiera tiene que ver con la universidad (Clerks (1994), Dumb and Dumber (1994), Knocked Up (2007)…). Un freak que, en su abuso del término en estos tiempos, implica un pertinente concepto casi vacío que permite incluir a un gran número de cuerpos dentro de éste.

La relación de estos personajes con el sexo se da mediante un problema irresuelto con el que muchas veces parte la película y que no va a ser la meta final, pues permanecerá irresoluble: La búsqueda del sexo conduce a la madurez, pero, al mismo tiempo, su consecución no lleva a ningún cambio. Si follas maduras, cuando follas te das cuenta de que nunca vas a poder madurar. En alguna parte de este proceso algo se ha roto, dando lugar a una desorganización del Tiempo tal como estaba establecido. No obstante, esta minoría de edad, no se basa ni en la represión sexual ni en un mal polvo, sino en que estos freaks han llegado tarde a las relaciones sexuales, habiendo perdido el tiempo no potencializando otras áreas útiles (un futuro) como los nerds. Ese sentimiento de que se ha llegado tarde a la fiesta y por ello hay que prepararse a tope para la siguiente, a la cual, o vas demasiado pronto, habiéndote ido antes de llegar al cenit, o  estás demasiado pasado para entonces o, por las prisas, te equivocas con la vestimenta temática. Así, como decía la mencionada chica –la cual sí ha llegado a tiempo–, por mucho que follemos (que hayamos asistido a la fiesta) no habremos tenido sexo, nos encontramos en un limbo[4].

Como ya he señalado, esta cuestión sexual, o de fallo sexual, no debe entenderse de forma meramente literal sino de manera más amplia pues envuelve una cierta dinámica del último capitalismo que ya no nos necesita a muchos de nosotros y que se aleja, entre otros, del natural born fucker erigido en el capitalismo de después de la Segunda Guerra Mundial; el de la reconstrucción.

Sin diferencia entre madurez e inmadurez, el agarrarse a la juventud es para muchos una tautología, pues la condena pasa por estar encerrados en una eterna juventud y no, como antes, en no poder volver a una juventud perdida; si el malestar venía de que no todo fuera aprendizaje, ahora tiene que ver con que todo sea aprendizaje[5]. Recuerdo el estreno de American Reunion (2012), en el que una sala repleta de barbudos salieron de ella con la media sonrisa de felicidad de aquel que siente que algo falla; más que nostalgia, tristeza seca.

Esto es uno de los muchos sentimientos que algunos compartimos en mayor o menor medida. Pero no desesperen, tenemos más.




Sergio, United States Minor Outlying Islands, Abril 2013




[1] Esto implica a su vez que tiro de una memoria en la cuerda floja sin referencias, apuntes u obras presentes. Sería interesante escuchar la opinión de Platón respecto a esto.
[2] Dicho a modo grueso y sin entrar entonces en las importantes diferencias entre, por ejemplo, posthumor, el devenir Farrelly, la Factoría Apatow o el retorno de American Pie.
[3] Recordemos que, en este caso, el sexo no sería sino un camino más para aprender esa relación anteriormente citada.
[4] Por eso tampoco estamos cerca de aquella liberación sexual del siglo pasado que buscaba eliminar la relación entre sexo y madurez, pero, a diferencia de mantener eternamente el estado de juventud, intuyo (y sólo puedo intuirlo) que proponía otra madurez en la que la cuestión sexual era precisamente lo que desaparecía.
[5] De ahí que ese cierto boom de películas como Hot Tub Time Machine (2010) que ha interesado especialmente a la crítica especializada, sólo puede interesarle, precisamente, a la crítica especializada, a aquella que ya ha aprendido a relacionarse.

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