Mostrando entradas con la etiqueta Reflexión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Reflexión. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de diciembre de 2013

ESPACIOS HABITADOS. Diciembre. Cambio de hora mientras vuelvo a casa.


El reflejo del neón en la acera para seguir el camino, en mis pasos, la tonadilla del revival ochentero y los labios que suspiran por recuperar algo de la guerra que perdimos, el día, o la noche, en que la hora se escapa de sí misma, exhibiendo a aquellas que no pueden todavía descansar, su radical mentira, el carácter caprichoso que unas veces nos aleja y otras nos acerca a las móviles fronteras entre pasado y presente, dirigiendo mi vuelta a casa por la misma calle de siempre, transformada irreversiblemente al recordar un sentimiento asociado a ella, desprendido de mi piel como un presente pasado que se sentía distópico y, por ello, se auto-expulsaba a un futuro en el que ahora me encuentro y que desea ese pasado con la melancolía de lo ideal, produciendo una tensión, un horizonte o puente temporal que se debate entre si se ha ganado o se ha perdido la hora, si en el mismo desfase aparece ese amor que sólo puede darse caminando en la distancia de lo paralelo, o si suena un viejo tema nunca oído al que solamente puedo aportar unas lágrimas incapaces de alcanzar su recompensa, las lágrimas de felicidad de quien imaginó que lo escucharía en su época y me sugiere que el tiempo, hoy, la distancia entre dos lágrimas, vuelve por el mismo camino cuando todo ha cambiado.


Sandra Martínez, Zaragoza, Diciembre 2013





miércoles, 16 de enero de 2013

Bolsas


Bolsas.

En realidad todo se podría reducir a las bolsas. Como en American Beuty, en una reflexión pseudo-profunda sobre el sentido de la vida. Mientras una bolsa baila con el aire en medio de una grabación. En este texto sólo se habla de bolsas, de sus bailes y sus obviedades, si alguien quiere hacer alguna reflexión más profunda queda a su discreción.

La siguiente asociación de ideas es simple. Sólo hay que pensar en bolsas.

Si el lector lee la palabra que he escrito al final de la frase rápidamente hará una simple unión: Navidad. Un salto entre la temática y es fácil imaginar por donde van a ir los tiros. Es aún más simple hacer una crítica de eso, de consumo y en las terribles personas que nos hemos convertido por transformar a un gordo de rojo en consumismo puro y duro. Pero esto va de diseño, bueno y de bolsas.

Ese consumismo, representado por las bolsas, es sintomático dentro del diseño que se ejerce hoy en día. Tenemos una obsesión en llenar y vaciar bolsas [como en navidades], que pasan a ser una especie de contador de lo que acontece, del éxito de lo diseñado, nuestra valía para con la sociedad y representativo de nuestro crecimiento personal como diseñadores.

No tanta gente reflexiona sobre las bolsas, aunque por supuesto mucha lo haga sobre el consumismo y aún más lo haga sobre las navidades y en navidades. Aquí tampoco vamos a hablar bien del consumismo, pero lo haremos pensando en las bolsas y en diseñadores.

Otras personas hacen apología de un consumo y diseño diferente, más cercano parecido a la artesanía propio de la pequeña empresa, que apuesta por un diseño de los servicios y en un análisis del modelo de negocio. Sigue siendo consumo, pero es uno que tiene su más firme defensor y exponente en algunos de esos emprendedores de los que tan fácil es echar pestes [algo que me gusta mucho hacer]. Pero estos diseñadores llenan sus bolsas con cierto componente nostálgico[1] y basado en una mirada a una época en la que todo iba mejor. Una mirada que la intenta emular atrasando o avanzando el tiempo con sus bolsas de tela, trabajos que se asemejan a lo artesanal o esos embalajes tan cuidados y más en navidades… Mientras seguimos pensando en bolsas.

Pero las fechas vuelven a ser buenas para reflexionar sobre que tipo de diseño estamos produciendo ahora que nos encontramos en esa otra época que va tras las navidades. Esa misma que tras escribir la palabra es muy sencillo para el lector hacer un poco de introspección y relacionarlo todo con el consumo: Rebajas. [O exámenes si eres estudiante]. Las bolsas volverán a bailar delante de nosotros, con diferentes dibujos, más detalles, distintos diseños.

Otra idea fácil sería relacionar esos temas con un tercero que está muy en boca de todos. Ese mismo que hace que hoy en día se nos llame a muchos generación perdida y que nos sea casi imposible aspirar a algo parecido a un trabajo. No mencionaré el elefante en la habitación, porque esto va de bolsas. Aunque ahora nos hagan pagar las bolsas con la excusa de ser sostenibles, reutilicemos las bolsas y todos tengamos un poco más de consciencia. El elefante al menos sirve para eso.

Bolsas que llevan un más o menos un mes vaciándose, llenándose, siendo intercambiadas y maltratadas. Diferentes manos hasta que han llegado a las adecuadas, las manos de algún diseñador o diseñadora. Mes en el que los diseñadores hemos hecho alguno de esos ejercicios en los que alardeamos de empatía y nos ponemos en el lugar del consumidor y apuntamos cosas para diseñarlas. En el que pasamos cada minuto reflexionando sobre posibles mejoras, cada segundo analizando las cosas, anotando, pensando en el examen que representa la vida o en los exámenes que tienen los estudiantes.

Sumando y moviendo el contador de bolsas, midiéndonos en ellas.
Parece que sólo somos capaces de pensar en un mundo en el que todo tiene que caber en bolsas. Mientras el resultado es que muchas veces cuando diseñamos se nos olvida que todo aquello que merece la pena no se vende, ni cabe en una bolsa.


Gabriel Jiménez Andreu, En algún lugar indeterminado lejos de allí, Enero 2013







[1] Esto no me lo he inventado yo: p.23, Haaf, M., Dejad de lloriquear; Sobre una generación y sus problemas superfluos.

domingo, 14 de octubre de 2012

ESPACIOS HABITADOS. Octubre. Dios

En esa reunión única del domingo más caluroso del año vestido de las 3 de la tarde con el cielo oscuro fruto de un bochorno espeso, productor de nubes sin forma, aquí cárceles del aire, y colores vivos como sólo sucede cuando ya no se aguanta más, surgiendo fenómenos extraños, enjutos y potentísimos en su desaparición inminente, al intentar escapar de la tortura prolongada del mes del emperador caprichoso, caminaba un solitario cuerpo por espacios vetados en otros tiempos, bajo el menor ruido posible en una zona sin vacaciones, un silencio lo suficientemente pesado como para (re)descubrir aquellos tags sucios, varicela agarrada a los muros, enfermedad que busca su aliado en la misma medicina que la combate, con la firma de Dios; monumentos o lápidas de aquél que intermitentemente transitó estas calles hasta su suicidio, coincidiendo primero con el miedo, y la belleza, y después con la indiferencia, y el zombie, sin llegar a rozarme a pesar de sus afectuosas charlas con mi abuelo de camino al colegio, de sus periódicos asaltos en el barrio, de sus amistades con mis amistades peligrosas; el único vándalo con las manos manchadas de sangre que podía conservar como un tesoro la mirada triste, maldición a posteriori imposible de adivinar a pesar de que sólo él fuera capaz de escaparse por las estrechas e inflexibles rejas, eligiendo de entre todo el diccionario una palabra, “libertad”, que sólo le encerró aún más, hasta el accidente o el definitivo acto de valor más allá de la retórica de los libros, sin heroísmos helénicos, sin más epitafio que esas manchas formando parte del tercer mundo arquitectónico de la ciudad, marcando itinerarios perdidos reapareciendo en aquel camino agotador hacia el hospital pero que ahora, temporada otoñal, no distingo al oler el aire que llega al cerebro sin pasar por la nariz, donde temor y emoción se relacionan de diferente forma, olvidando la pregunta sobre qué cambia en el espacio tras el agotamiento de esos diseñadores, o diseñadoras, con los que podíamos trazar relatos de manera activa, no meramente estética como el simulacro de mi expresión corporal imitando el caminar indeseable sin la fuerza necesaria para que no desaparezca en la opacidad de toda obra de arte en la que dejamos de participar, limbo inexacto o historia de un signo, de Dios, del diseño, de unas experiencias que desaparecen tras tiras de piel en suelo fértil, permaneciendo exclusivamente esa relación que se da entre una pareja con bagaje donde un cuerpo narra un recuerdo de un pasado común muy claro, e incluso comentado con amistades, mientras el otro cuerpo lo niega; donde al segundo sólo le queda hacer un acto de fe y al primero la duda de los cimientos de su amor, ya sea hacia el otro y su falta de interés en mantener vivas sus memorias o hacia él mismo y su principio de locura.

Sandra Martínez, Zaragoza, Octubre 2012


domingo, 5 de febrero de 2012

Líneas


Piensas en ideas brillantes que tan solo los sueños te podían ofrecer. Como ya habías escrito antes en otra parte en el mismo lugar. Duraba un parpadeo a ritmo de fotogramas. Películas que te habían contado, trabajado duro y reafirmado en ti. Trazabas una línea que pensabas que había que seguir.

Estabas perdido en un lugar en tu mente.

Colecciona tus tachones en libretas revueltas.

Un ir y venir que no llega a ninguna parte.

Pensabas en otras cosas, aspirabas y soñabas. Tantas veces te habían repetido que había que ser el mejor que casi no sabías pensar otra cosa. Un monótono tema del venir que no llevaba a ninguna parte. Pensabas que pensabas.

Ahora sonríes.

A ratos escribes en papeles que nadie lee.

Tratando de romperte entre el valor de la cabeza de un gato. Definiendo lo parcial para perderte en lo imparcial. Encuentras cosas para recrearte en lo que los otros ven como  estar fuera del camino. Hallar el valor de la vida en la sonrisa callada cuando todos hablan de caídas pero nadie te dice que puedes levantarte.

Como tostadas untadas en mermelada en tu almuerzo, de repente paras de enloquecer para mirar hacia la cordura con un poco de nostalgia.

Cometes una estupidez, sabiendo que lo es.

Seguir adelante con paso firme, sabes que alguien ya lo ha dicho antes. Aprendiendo de tu error al hacerlo tuyo. Los demás no te dirán que lo hagas, nadie te dirá que te escuches. Todos pedirán que escuches lo que te dicen, no leas lo que te escriben, no dejes que mis negativas sean las tuyas.

A veces debes preferir los moratones a las rodilleras, señales de valor y no de seguridad.

Ahora sonríes.

Cierras los ojos para escuchar la música que suena y no leer.

Ese ruido del que habla el silencio, mientras te echan para abajo unas ideas que intentas hacer tuyas a base de no pocas negaciones. Vuelves a negarte a rendirte. Actuando con la testarudez de la juventud para encontrar la perspectiva de la experiencia.

Un error, otra lección.

Vives con la causa que es tuya, que te deja a los resultados de las leyes de tu vida. No ser un valiente pero no un temeroso. Alguien que va haciendo su vida en los lugares que visitas entre guiños. Parando a disfrutar cuando encuentras algo que da miedo. Transformándote al escribirte en tus notas.

Ahora caminas.

Siempre tropiezas.

Sabes que no hay que saber lo que te habían enseñado. No olvidas sino aprender a no saber nada. Miras hacía la cordura para volver a la locura de luchar. Siempre un poco más. Otra vez más.

Leyendo entre líneas, para encontrarte escribiendo tu discurso.




Gabriel Jiménez Andreu, En ruta, 2012






domingo, 8 de enero de 2012

Poder y cultura

El Estado moderno es el gran creador de la homogeneización cultural.

Lo lógico sería que primero existiese la nación y en consecuencia surgiese el Estado, pero en realidad la nación actual es una creación del Estado. El Estado precede a la nación. Es a partir de la Revolución Francesa cuando nace el Estado-Nación. La creación de la nación surge como un método de democratización del Estado, del Poder. Identificando la nación con el Estado se pretende fundir a ambos y fomentar la pertenencia del uno al otro y la integración del uno en el otro. Extendiendo el Estado a toda la nación se pretende llegar a clases y estamentos que antes habían permanecido olvidados por las élites dirigentes. 

Esta democratización, está expansión del poder político, sólo era posible si se contemplaba a un único pueblo como propietario de éste: como soberano. Así pues, para que esto resultase posible se debía contar primero con este pueblo, con esta nación, pues constituía la base en la cual debía asentarse la creación del nuevo modelo de Estado. Era necesario construir la nación para dotar al Estado de Alma. Crear una conciencia nacional desde arriba implicaba unificar y homogeneizar, crear lazos de unión donde antes no los había, o al menos donde no se manifestaban.
 
Construir la nación era el modo de fortalecer el Estado, de encontrar un fundamento en el que basar la legitimidad del poder político. Así pues, la nación/cultura se concibe como una herramienta del Estado. Pero a la vez supone un modo de integración social, de creación de nexos de unión, de lazos de solidaridad, y de vínculos fraternales entre individuos hasta entonces ajenos.

El fin último es una sociedad fraternal y de solidaridad mutua entre sus miembros en la que se sientan responsables unos de otros y unos ante los otros. La consecuencia debía ser esa nación de hermanos libres e iguales a la que conducen la libertad y la igualdad del lema francés (la introducción de “fraternité” precedida por las anheladas “liberté” y “egalité” en el lema francés aparece formulada como la consecuencia lógica de los dos primeros). Para ello se deja de ser súbditos reales para convertirse en ciudadanos. Se dice que  la soberanía ya no reside en el monarca, sino que es popular primero y nacional después. Se ha de crear pues una identidad nacional común, una cultura común.

El mecanismo utilizado para esta construcción nacional fue (al modo francés) la difusión de una cultura y lengua común a lo largo y ancho de todo el territorio que compone el Estado, es decir una lengua y cultura únicas para todo el Estado. Para ello se suele tomar como “cultura patrón” o “cultura estándar” la del grupo dominante.
 
Este proceso de homogeneización deriva de un pensamiento y un afán modernizador, pero el problema es que no se logran únicamente estos efectos modernizadores, sino que también han devenido consecuencias negativas. Por el camino se ha llevado a cabo una marginación de todo lo que no era lo “oficial”, se adopta una postura ciega a las diferencias y se discrimina a las minorías, desembocando así en la creencia de que dentro de las fronteras estatales se incluye una única identidad cultural. 

El Estado, durante casi tres siglos, ha ido en la dirección de considerar un requisito para su adecuada configuración la homogeneización social y cultural llevando consigo la transformación de una realidad plurinacional, plurilingüistica y pluricultural, en otra uniforme y homogénea para hacer coincidir territorio e identidad nacional/cultural, tratando de lograr la construcción de la identidad nacional común cimentándola sobre la cultura predominante. 

Debido a esto, se ha acostumbrado a confundir unidad con homogeneidad, e igualdad con uniformidad derivando en un sentimiento de desorientación moral y emocional frente a una profunda y desafiante diversidad. Por ello este medio no ha resultado eficaz.

Es por eso que abrimos una grieta más en el sistema a través de no-lugares como este, porque nos constituimos en minoría que resiste la asimilación.

Rodríguez, Argel 7-9, enero de 2012





domingo, 6 de noviembre de 2011

Eternidades


La eternidad se puede romper en un segundo.


Te ves a ti mismo caminando por lugares en los que no habrías soñado estar. Mirando las cosas de una manera tan distinta a lo que se suponía que tenías que mirar. Habías aprendido a mirar desde arriba, por encima del hombro, a ser el mejor, a no soñar, a ni tan si quiera caminar. Habías aprendido a intentar volar, te había dicho que al cielo se llegaba por arriba, subiendo.
Pero estás ahí.


Y el tiempo fluye y lo entiendes.


“Nada es estático, todo se destruye”


Porque para estar ahí, para encontrar aquello que te prometiste a ti mismo hace tanto tiempo. Para llegar a encontrarte, para llegar a ser la persona que eres y no la que deberías ser. Para todo eso arriba es abajo, solo cuando te sucede eso, tus pies pisan el cielo.


Pero estás ahí.


Y no sientes el peso que deberías sentir y lo entiendes.


“No eres aquello que haces, haces aquello que eres”


Todo aquello que los demás han llamado desperdicio o pérdida de tiempo, es en realidad el tiempo que merece la pena. El tiempo que de verdad has trabajado, el tiempo que de verdad has vivido. Habías aprendido a ser competitivo a mirar a los demás con desdén, a luchar y a tratar de construir.


Pero estás ahí.


Y aprendes y lo entiendes.


“Para crear hay que destruir”


Ahí estás tú, mirándote a ti mismo. Con los pies en el cielo sin pisar el suelo que los demás pisan. Tan abajo que ellos te miran desde arriba. Tan lejos que todo parece estar cerca. Tan solo que estás rodeado de gente.


Pero te reconoces.


Cuando, como todas las mañanas anteriores, te miras en el espejo. Ves al gato de Cheshire que te devuelve una sonrisa que es la tuya. Siendo lo que ves algo real, no la tierra que te prometieron. Ni el mundo que habita en las bibliotecas o las universidades. Ni tan si quiera el mundo que habías aprendido que era real.


Pero estás ahí.


Y recuerdas todas las lecciones y lo entiendes.


“No haces preguntas”


Te sientes dueño de una eternidad acumulada de sueños y señor de un lugar extraño. El más torpe de los artistas y el más bajo de los poetas. Habiendo estado tan fuera que has vuelto a entrar en casa. Pudiendo sentir la brisa de un lugar que te habías aprendido de memoria que no existía, que te negabas a mirar. Un paisaje lunar que te rodea, pero es la simple familiaridad la que no lo hace extraño. Cuando el frio se siente cálido y las verdades no tienen más sentido que las mentiras.


Estás ahí.


Y sonríes y lo entiendes.

Gabriel Jiménez Andreu, Berlin, 2011