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domingo, 31 de marzo de 2013
TERCER NÚMERO DE LA REVISTA
Aquí os dejamos el tercer número impreso de la revista. Desde este enlace podréis descargarla cuantas veces queráis.
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Una Nueva Escoria
miércoles, 16 de enero de 2013
Bolsas
Bolsas.
En realidad todo
se podría reducir a las bolsas. Como en American
Beuty, en una reflexión pseudo-profunda sobre el sentido de la vida.
Mientras una bolsa baila con el aire en medio de una grabación. En este texto
sólo se habla de bolsas, de sus bailes y sus obviedades, si alguien quiere
hacer alguna reflexión más profunda queda a su discreción.
La siguiente
asociación de ideas es simple. Sólo hay que pensar en bolsas.
Si el lector lee
la palabra que he escrito al final de la frase rápidamente hará una simple unión:
Navidad. Un salto entre la temática y es fácil imaginar por donde van a ir los
tiros. Es aún más simple hacer una crítica de eso, de consumo y en las
terribles personas que nos hemos convertido por transformar a un gordo de rojo
en consumismo puro y duro. Pero esto va de diseño, bueno y de bolsas.
Ese consumismo,
representado por las bolsas, es sintomático dentro del diseño que se ejerce hoy
en día. Tenemos una obsesión en llenar y vaciar bolsas [como en navidades], que
pasan a ser una especie de contador de lo que acontece, del éxito de lo
diseñado, nuestra valía para con la sociedad y representativo de nuestro
crecimiento personal como diseñadores.
No tanta gente
reflexiona sobre las bolsas, aunque por supuesto mucha lo haga sobre el consumismo
y aún más lo haga sobre las navidades y en navidades. Aquí tampoco vamos a
hablar bien del consumismo, pero lo haremos pensando en las bolsas y en
diseñadores.
Otras personas
hacen apología de un consumo y diseño diferente, más cercano parecido a la
artesanía propio de la pequeña empresa, que apuesta por un diseño de los
servicios y en un análisis del modelo de negocio. Sigue siendo consumo, pero es
uno que tiene su más firme defensor y exponente en algunos de esos emprendedores
de los que tan fácil es echar pestes [algo que me gusta mucho hacer]. Pero
estos diseñadores llenan sus bolsas con cierto componente nostálgico[1]
y basado en una mirada a una época en la que todo iba mejor. Una mirada que la
intenta emular atrasando o avanzando el tiempo con sus bolsas de tela, trabajos
que se asemejan a lo artesanal o esos embalajes tan cuidados y más en
navidades… Mientras seguimos pensando en bolsas.
Pero las fechas vuelven
a ser buenas para reflexionar sobre que tipo de diseño estamos produciendo
ahora que nos encontramos en esa otra época que va tras las navidades. Esa
misma que tras escribir la palabra es muy sencillo para el lector hacer un poco
de introspección y relacionarlo todo con el consumo: Rebajas. [O exámenes si
eres estudiante]. Las bolsas volverán a bailar delante de nosotros, con diferentes
dibujos, más detalles, distintos diseños.
Otra idea fácil
sería relacionar esos temas con un tercero que está muy en boca de todos. Ese
mismo que hace que hoy en día se nos llame a muchos generación perdida y que
nos sea casi imposible aspirar a algo parecido a un trabajo. No mencionaré el
elefante en la habitación, porque esto va de bolsas. Aunque ahora nos hagan
pagar las bolsas con la excusa de ser sostenibles, reutilicemos las bolsas y
todos tengamos un poco más de consciencia. El elefante al menos sirve para eso.
Bolsas que llevan
un más o menos un mes vaciándose, llenándose, siendo intercambiadas y
maltratadas. Diferentes manos hasta que han llegado a las adecuadas, las manos
de algún diseñador o diseñadora. Mes en el que los diseñadores hemos hecho alguno
de esos ejercicios en los que alardeamos de empatía y nos ponemos en el lugar
del consumidor y apuntamos cosas para diseñarlas. En el que pasamos cada minuto
reflexionando sobre posibles mejoras, cada segundo analizando las cosas,
anotando, pensando en el examen que representa la vida o en los exámenes que
tienen los estudiantes.
Sumando y
moviendo el contador de bolsas, midiéndonos en ellas.
Parece que sólo
somos capaces de pensar en un mundo en el que todo tiene que caber en bolsas.
Mientras el resultado es que muchas veces cuando diseñamos se nos olvida que
todo aquello que merece la pena no se vende, ni cabe en una bolsa.
Gabriel Jiménez Andreu, En algún lugar indeterminado lejos de allí, Enero 2013
[1] Esto no me lo he inventado yo: p.23,
Haaf, M., Dejad de lloriquear; Sobre una generación y sus problemas superfluos.
domingo, 9 de diciembre de 2012
DISEÑO E INTERNACIONALIZACIÓN
Desde la perspectiva del Diseño y la Comunicación Gráfica, este post habla de internacionalización y comercio internacional que, aunque no sea nuestro campo de expertise, creemos firmemente que con el tiempo se convertirá en una de las líneas básicas de todo emprendedor o empresa consolidada que se precie.
Y como no somos expertos, hace ya varias semanas asistimos a un seminario sobre internacionalización. Junto a mí, había también varios emprendedores y empresarios de sectores muy diversos pero con un objetivo común: hacer crecer sus empresas mediante la exportación y hacerlo de la manera más innovadora posible.
Una de las conclusiones comunes fue constatar que la situación actual nos ha puesto a trabajar más rápido y mejor y desde luego, nos obliga a no posponer ni un día más ciertos asuntos que en época de vacas gordas parecían no hacer falta. Teníamos -tenemos- asignaturas pendientes como mejorar el marketing propio, el reforzar lazos comerciales o, en definitiva, prestar la debida atención a nuestro core-business y sobre todo al “business”. Si hay algo que ha quedado claro y por si alguien aún no se había percatado, es que da igual si vendes tornillos, fabricas juguetes o haces churros. Aunque decirlo parezca una obviedad, no siempres se cumple que la actividad de la empresa ha de ir forzosa e inseparablemente alineada con parte de negocio (ventas, marketing, estrategia, etc.). Cada sector tiene su canal, sus particularidades, pero ha de ser así. No podemos obviarlo bajo ningún concepto.
Y hoy en día, volviendo al tema de este post, una de las asignaturas pendientes y que se perfilan como una de las vías a tener en cuenta para sortear
el bache, es la internacionalización de productos y servicios.
Si algo aprendimos en aquel curso, es la cantidad de oportunidades que existen si empezamos a considerar de una vez el mundo entero como “el mercado”.
Mi mercado no es sólo el vecino. Es todo aquel que pueda estar interesado en mí. Y por cierto, esta visión debería figurar en el ADN de cualquier empresa desde antes de nacer.
Por descontado, hay que aproximarse a los posibles clientes, socios o aliados en las mejores condiciones. ¿Hay una estrategia comercial definida?
¿Hemos encontrado un nicho por explotar? ¿Contamos con personal y recursos para la aventura?
Bien. Genial.
Ahora… Miremos honestamente nuestro producto. Es bueno. Está certificado. Avalado por normativas nacionales e internacionales. Ha superado todos los tests técnicos necesarios. El estudio de marketing intachable. Y aún así, hay algo que nos chirría…
En muchos casos, y es un hecho comprobado, es la estrategia visual la que falla.
Un catálogo “de los de siempre”, una Identidad Corporativa inconsistente o ya desfasada. Un etiquetado, un envasado poco atractivo o inadecuado para el mercado objetivo. En fin; un web hecha en Flash allá por el 2003. La lista es amplia y susceptible de ser revisada periódicamente o, por ejemplo, cuando vamos a otro mercado a vender. Podríamos tener un material ideal, pero que no tuviese en cuenta sensibilidades locales en cuanto a símbolos, significados y semántica visual y podría suponer un agravio para los potenciales compradores, haciendo que la operación se vuelva un imposible.
Olvidar o dejar para el final algo tan crucial puede significar la diferencia entre el éxito o el fracaso de nuestra aventura internacional.
Considerar la marca, el diseño y la innovación en la comunicación visual como una simple operación cosmética o un mal necesario es hacer un flaco favor a nuestra empresa y al producto o servicio que tanto esfuerzo nos ha costado crear. Después de todo el trabajo realizado, los tests y certificados no servirán de mucho si no somos capaces de presentar convenientemente aquello que deseamos vender y por lo que se supone que nos deberían comprar. Dicho sea de paso, esta afirmación es válida no solo para cuando queremos internacionalizar, sino también cuando jugamos en casa.
Es una realidad que debe asumirse desde ya mismo. No importa si su empresa es un laboratorio de nanotecnología o quiere exportar algo tan tradicional como miel, aceite o vino. Las empresas de más éxito internacional (también en suelo nacional) son aquellas que han comprendido que la innovación y la creatividad son siempre herramientas poderosas y magníficas aliadas para entrar por la puerta grande.
Nosotros, no somos grandes expertos en internacionalización, ya nos gustaría. Pero hay algo que sí hacemos muy bien.
Pensar bien el diseño. Cuidar los acabados. Definir una estrategia visual adecuada a los objetivos. Todo eso, está en nuestro nombre.
Y es Comunicación Gráfica.
Juan Ramón Giménez, Zaragoza, Diciembre 2012
miércoles, 21 de noviembre de 2012
CONCURSANDO
Rojo, verde, amarillo. Todo colores chillones formando pedazos de una tarta que está a punto de empezar a girar. El concursante tira de una de las piezas dispuestas para eso. La ruleta da varias vueltas. Traquetea entre las mismas piezas, todas ellas metálicas, de manera que brillan con los focos al enfocarlas con la cámara. Mientras se ralentiza el rito el concursante obtiene: premiado, perdido, dobla las ganancias, rojo, negro, triple, perrito caliente, una lavadora.
El mass media nos tiene bastante acostumbrados a esa cosa que llama concursos. Otros muchos lo llamaríamos de otras maneras no tan positivas, pero ahí están. A todas horas y casi cualquier lado. Televisión, internet, periódicos, loterías, aplicaciones móviles y un largo etcétera. Existe esa multitud de engañabobos y entretenimientos que encontramos por ahí, desde el spam que promete iphones gratis hasta la ruleta nocturna que ahora se ha puesto de moda en las televisiones [hey, no me juzguen el insomnio te lleva a ver mucho eso y teletiendas, amén de películas extrañas], pasando por los ya típicos concursos de sms en los que puedes dejarte un pastón a cambio de recibir incesantes comunicados de que vas a ser el próximo afortunado. A veces también tienes la oportunidad de recibir otro iPhone, curiosamente siempre tiende a haber algo de Apple envuelto [La palabra conspiración resuena de fondo]. Frente a todos esos tenemos una cierta aversión, y es curioso cómo los percibimos, como un tipo de estafa en la cual vamos a perder dinero y tiempo.
Y ahí en frente tenemos por otro lado a los concursos de diseño.
Un tema que está más que manido y ya huele hasta a revulsivo pero en el que la gente sigue involucrándose aunque pase el tiempo. La interminable cantera de estudiantes, esos profesionales que lo hacen para matar el tiempo.
Toda esa gente que jamás invertiría un céntimo en intentar conseguir un iPhone gratuitamente [conspiración] en cambio invertirá horas de su tiempo profesional bajo la promesa de conseguir algo vano como son 3000€. Es decir invertirá más de un fin de semana de trabajo intenso, pongamos algo más de 9 horas durante tres días bajo la promesa de que “a lo mejor” consigue llevarse parte de ese pastel. Si tiene suerte y llega a la fase final puede que le den un premio de consolación [yo como nunca he ganado mucho suelo sentirme muy contento con estos últimos]. La misma persona que jamás haría el ridículo en un plató de televisión percibe como una oportunidad trabajar gratis bajo una falsa promesa.
Los mismos que nos venden los concursos bajo la oferta vana de ser plataformas para apoyar al novato, o a la persona que no tiene medios, luego tienen unas bases legales que leídas detenidamente llevan a uno a alzar las manos y proclamar algún grito sonoro de “NOOOOOO” en un plano contrapicado mientras te arrodillas. Ya sin entrar en el otro manido debate de las plataformas como Atriboo y similares de subasta de trabajo, que es otro de esos temas cantado hasta la saciedad y que ya yace inmanente en el subconsciente de mucha gente.
Todo con la excusa del buen rollo de la oportunidad de nuevo. Siempre está ese marco de fondo, parece que cuando eres diseñador tienes la palabra primo escrito en la frente y en lugar de autoemplearte o hacer cosas que te gusten a bajo presupuesto para alguien con la idea de presentarlo a premios y muestras [Esto hablado hace poco con un compañero en el contexto de que aquí por lo menos sabes que las reglas son simples, pagas presentas y te sales; son similares pero con un mayor margen de “profesionalidad”], en lugar de esas cosas los diseñadores decidimos concursar.
Tirar de la ruleta, probar suerte. Cuando muchos de nuestros trabajos valen más que todo eso.
Gabriel Jiménez Andreu, En algún lugar indeterminado lejos de allí, Noviembre 2012
domingo, 18 de noviembre de 2012
NOVIEMBRE. ¿POR QUÉ DISEÑO?
Allá donde el término “objeto” puede ser intercambiado por “servicio”, “persona” o “sujeto” porque no interesan ninguno, hablando mudos, luchando por entrar en el útero fértil bajo la bala que quiere hacerse carne habitando en la muerte sus diferencias, sin comprender la misma relación que no polariza las paradojas; ahí aparece la terrorífica sensación común, unísona, que sospecha que algo erróneo sucede si estamos solos en un universo inconmensurable provocador del miedo ante una corriente de aire intentando paliarse al agarrar una navaja; esto es, situado/as en los espacios heterogéneos, cualitativos sin mayor medición que los lenguajes, arte mínimo, diseñar –relacionar– no pasa por capturar una hipotética visión global, cinismo-pesimismo-paranoia, sino por puentear esos saltos impredecibles emulando el juego entre democracia y corrupción, mucho más continuo e imperceptible que el de tiranía y castigo, pero con el objetivo de mantener aquello que nos puede definir como humanos una vez ya no hay esencias, la capacidad de indiferencia ante los deseos, diseñando sin proyectarlos sino más bien utilizándolos para ir a otro punto a través de ellos, movimiento no causal con la estructura del eco y su repetición diferente –lejos de la creación: novedad y genio– que permanece apagándose hasta el infinito a base de discontinuidades sólo sostenidas por una pasión que se ha vuelto impersonal, viva, inmortal y fugaz, en tanto se solapa y desmiente a la misma muerte recalcitrante que se cree reina sin interrogar al tiempo que está en juego, aquel que conspirando recupera un cierto afán utópico; presente como hogar sin necesidad de suelo en el que el futuro ya no funciona como cuello de botella, sino que se desdobla en dos espacios; aquel que recoge los egos, lejos, sabiendo que mañana ya no estará, y aquel que sólo puede experimentarse desde la misma ausencia, esperanza ahora sin nombre o, en otras palabras, recuperación de una fe en la que la repetición presente no puede decirnos nada acerca del mañana y las continuas rozaduras no implican más callos en miradas necesitadas de agua y no de objetos que, bajo la fórmula de lo nuevo, nos encierran en esa vejez prematura que no entiende de edades
Sandra Martínez, Zaragoza, Noviembre 2012
domingo, 21 de octubre de 2012
LA RUTA DEL DISEÑO CON AZÚCAR
Vamos a hacer un recorrido por diferentes tiendas de pasteles y chucherías zaragozanas y con ellas podremos observar características notables y muy alejadas entre ellas, con unos rasgos estéticos característicos y asociados al tipo de producto de venden y al comprador objetivo que buscan. Esto no lo consiguen solo con el producto sino que se apoyan con el diseño de las tiendas, el packaging, diseño gráfico en rótulos y carteles, uniforme del vendedor y toda una serie de rasgos estéticos que comunican, nos transmiten ideas y sentimientos y engloban con ello la imagen corporativa del negocio.
Eligiendo cuatro tiendas localizadas en diferentes partes de la ciudad podemos crear una ruta del diseño en este sector tan dulce.
Comenzamos por Fantoba, también llamada La Flor de Almíbar, que desde el siglo XIX sigue realizando dulces artesanales. Esta joya mantiene la decoración del arquitecto Ricardo Magdalena, el obrador original y una piedra de Calatorao para elaborar el guirlache, su producto estrella. Está situada el la calle don Jaime no pasa desapercibida por ningún viandante con un poco de curiosidad.
Influenciada por el Art Nouveau, tiene una estética muy cuidada con detalles florales, ornamento en la decoración (como en las lámparas, pomos de armarios, etc.) y los muebles en perfecta conservación. Los carteles de la fachada y las tipografías empleadas en rótulos y papelería, recuerdan a las pinturas de Alfons Mucha con sus mujeres envueltas en adornos florales, así como a los carteles promocionales que Toulouse Lautrec creaba para obras de teatro y publicidad de cigarrillos, galletas, etc.
Por otro lado, una franquicia zaragozana como Panishop o Frutos secos el Rincón nos muestra un estilo más funcional y minimalista del mobiliario, con constantes campañas de márketing que se reflejan en sus carteles. En la primera eligen el granate y en la segunda el amarillo. Ambos, colores cálidos, asociados al aparato digestivo. Estos colores y tipografía de palo seco, imperan en toda la tienda, fachada, rótulo, carteles, bolsas, papeles y envases utilizados en todos los productos.
Otro rasgón en común son los enormes vinilos impresos, que aparecen en las fachadas. En el caso de Panishop, pan y pastelería y en de El Rincón, gominolas, frutos secos y bollería. Gracias a esto y ayudado por el color corporativo que lo enmarca, facilita la visión de la tienda a gran distancia. Podemos concluir con este tipo de tiendas pensando que todo el diseño gráfico e industrial que las envuelve, está concedido por y para, las ventas.
Observemos también una típica panadería de barrio, por ejemplo panadería Nela, en el humilde Barrio Oliver. Tanto en la fachada como en el interior se observa una descoordinación de elementos. Las baldosas de la fachada, la carpintería metálica y el toldo se han seleccionado sin ningún rigor ni gusto estético. Se puede observar la diferencia temporal que separa cada uno de los elementos que en ella aparecen. En el interior apaerecen como expositores de pan, unas simples baldas de madera y los caramelos se colocan en botes con forma esférica, muy extendidos en los años 80. Las cámaras frigoríficas, vitrinas, etc., también son antiguas, se conservan desde que se fundó la panadería y con ellas la clientela del barrio, personas mayores fieles al negocio, por la calidad del producto, aunque en la misma calle domine perceptivamente la nueva franquicia de El Rincón.
Por último Happy Pills, original de Barcelona, ha llegado a la calle León XIII. Una tienda completamente blanca, brillante e impoluta nos lleva a confundir en un principio. La tienda de chucherías más bien parece una farmacia o una boutique si no observas el producto. Un cuidadísimo diseño, creado por “estudio m”, te hacen entrar en un espacio extraño, atrayente y fuera de lo normal. Han conseguido con esto que las golosinas sean interesante para un adulto, no solo por el local sino por los botes de píldoras o los pastilleros que te llevas a casa.
Mirando a nuestro alrededor podemos concluír que todo lo que nos rodea es, en parte, diseño en cualquiera de sus disciplinas (industrial, gráfico, de interiores...). Agudizando los sentidos, analizando la información que nos llega a nuestros ojos, nariz y orejas y asociando nuevas ideas a conocimientos previos, podemos aprender muchas más cosas que en una clase magistral.
Sal a la calle, montate en un bus, tómate un café... y lo más importante, ¡mira a tu alrededor activamente!
Ana Sánchez Álvarez, Zaragoza, Octubre 2012
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Alfons Mucha 1896. Biscuits Champagne |
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Tipografía Toulouse Lautrec. Le Chat Noir |
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Fachada El Rincón |
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Fachada Panadería Nela |
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Interior Happy Pills |
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Packaging Happy Pills |
viernes, 24 de febrero de 2012
Los hombres grises
Leíste Momo con 10 años, o puede
que menos. Los hombres grises eran unos señores crueles que le arrebataban el
tiempo a la gente y desaparecían sin dejar rastro.
Ahora, hay otros hombres grises
en tu vida. No te encandilan para robarte tu tiempo, pero de una forma u otra,
se creen señores de él. Existe una subespecie entre los estratos de la sociedad
que vive totalmente integrada con ella y que, seguramente, si los conocieras
fuera del mundo laboral, no notarías su verdadera naturaleza, como en V.
Son (con todos los respetos, que
hay gente muy buena por ahí suelta) los comerciales. Son personas humanas, en
efecto, que probablemente tengan vida aparte del alcance de su teléfono móvil.
Trabajan con horarios que nadie
entiende, pliegan el tiempo como si fuera un acordeón y luego lo desdoblan con
un ejercicio de papiroflexia digno de un ilusionista japonés. Nunca tienen
tiempo para nada, siempre están conduciendo rumbo a la línea del horizonte (con
lo que viven fuera de la ley, ya que estamos) pero siempre, siempre, siempre,
harán que cualquier pequeño retraso sea culpa tuya.
Es que te dije blanco…
Ya, pero la semana pasada me dijiste negro.
Bueno, no sé, lo he pensado mejor.
Ah.
Y tu tiempo se te escapa entre
los dedos, como arena seca de playa. Trabajas y trabajas, cuatro veces haciendo
lo mismo, y una quinta si es necesario, porque alguien tiene una buena idea de
última hora.
Luego está, por supuesto, la gran
frase:
Si lo único que tienes que hacer es esto mismo, pero en “bonito”.
A la palabra BONITO le pasa como
a power point, que lo carga el diablo. Todo se puede hacer más bonito, todo el
mundo se lo imaginaba “más bonito” o “es bonito, sí, pero no me gusta”. Rigor
científico, cero. Objetividad, nula. Incompetencia, toda.
Los días en los que se abre la
puerta y entran los hombres grises en la oficina te agarras a la mesa y rezas
para que termine el temporal. Como si fuera una reunión de ex compañeros de
pillerías, se saludan los unos a los otros con familiaridad y confianza. Hasta
ahí todo va bien. Cuando consigues aislar a uno y que te mire durante más de 2
minutos seguidos (ojo, dos minutos sólo son 120 segundos) puedes darte con un
canto en los dientes. La única manera de que te preste toda su atención es
tirarle de la manga y patalear en el suelo: lo arrastras hasta tu mesa, le das
una silla y le dices siéntate, que tenemos que hablar de esto.
Yo creía que estaba todo claro…
¿Claro? ¿Cómo va a estar claro si
llevas 3 semanas sin responder a un solo correo? ¿Cómo va a estar claro si
dijiste “hablamos” y nunca llamaste? ¿Claro significa “ok” como respuesta a un
mensaje de treinta líneas de consulta?
Y después, como si nunca hubieran
estado aquí, reducen su vida a un maletín de ordenador portátil (ahora con
ruedas, por supuesto, y en piel, con acabado retro, a un centenar de euros el
centímetro cuadrado), levantan la mano por encima de su cabeza, sonríen desde
el photocall y se despiden.
¡Hasta pronto! ¡¡Hablamos!!
Tus dudas siguen encima de la mesa; la lista de tareas pendientes, intacta. Pero ellos se han ido y tú has olvidado su existencia. Hasta que vuelvan.
Natalia Pérez Cameo, Zaragoza, Febrero 2012
martes, 31 de enero de 2012
Visión Global Service Jam
Parece que fue hace mil años,
pero estos días se cumple el primer aniversario de la primera Global Sevice Jam
(link: http://www.globalservicejam.org/)
realizada en Zaragoza. Aquel curso de diseño que nos cautivo durante un fin de
semana cualquiera. Está claro que ha dejado huella, más o menos profunda, en
todos los participantes y en especial en los novatos estudiantes de diseño
industrial que fuimos a ver de qué iba
el asunto. Y este escrito no puede venir más a cuento, porque finalmente, y
tras serias dudas acerca de ello, el 24 de Febrero de este año se repite la
GSJ-Zgz, en su segunda edición.
Ahora se ve todo muy bonito en la
distancia, pero que un día de resaca te despierte ‘California Waiting’ sonando
a todo volumen en tu teléfono móvil, no parece ser una llamada con buenas
noticias a esas horas del mediodía.
“…venga apuntaos. Es sobre diseño de servicios y…” ¿Diseño de servicios?
¿Qué será eso? ¿Diseño de urinarios? Pues oye, resulta que no, que no era eso.
Llegamos allí pensando en dónde
nos habíamos metido, qué era eso y si ‘funcionaría’ el fin de semana.
“… el mundo en el que estamos,
que prima la producción. Pero, ¿Por qué
no, en vez de producir y crear nuevos
productos físicos, no damos nuevos usos a los objetos que ya tenemos a nuestro
alcance?”, dijeron en la primera jornada de la GSJ (no confundir con JMJ,
jornadas de otra índole espiritualmente distinta). Está fue la primera idea que me hizo abrir
los ojos, desde el punto de vista del diseño. Y digo ‘me’ como podría decir
‘nos’. En la universidad siempre habíamos hablado de producir, producir, crear,
fabricar… pero nunca de replantear actividades, redistribuir, organizar o
simplemente crear algo nuevo que responda a la necesidad de un cliente o
usuario, sin basarnos en el objeto físico. Esto fue lo que realmente me atrajo
del proyecto.
A partir de aquí todo fueron
grupos de trabajo, creación y nuevas ideas de servicio, gente nueva, Raffaella
Carrà, más ideas y cómo no, post-its. Muchos post-its.
Como resultado, salieron ideas de
servicio muy buenas, buenas y otras menos buenas. Pero el saber que estas se
presentaran a nivel global, (el evento se celebra en decenas de ciudades de todo el mundo a la vez),
y el buen clima de trabajo en el que se habían forjado hicieron que la
competitividad quedara en segundo o tercer plano. Los organizadores cercanos a
nuestro trabajo e involucrados tanto o casi más que nosotros, no hicieron más
que poner las cosas fáciles y conseguir que disfrutásemos más aun si cabe del
fin de semana. No se puede decir nada malo. Bueno sí. El horario mortal del
domingo por la mañana. Pero eso queda ya en la conciencia de quien salió aquel
sábado de hace ya casi un año. Y si aún me acuerdo será porque realmente el
aquel fin de semana ‘funcionó’.
Javier Gándara, Zaragoza, enero de 2012
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